Esto mismo me ha ocurrido con FAHRENHEIT 451 de Ray Bradbury. Su magia me llamo la atención desde las primeras páginas y ya no pude parar de leer; necesitaba seguir avanzando las hojas, seguir la historia, seguir hasta llegar al final.
Libro sencillo en cuanto a la forma de escritura, muy bien llevada la trama arrastrando al lector a la siguiente página y manteniendo el suspense hasta la parte final.
Sigue una estructura sencilla: descripción, punto de giro, descubrimiento; y así continuamente hasta el último punto de giro y desenlace. Un desenlace sorprendente y para mí si una solución final, abriendo la puerta hacia una continuación en el tiempo.
En cuanto al mensaje, que decir de él, sublime visión de un futuro que para el autor fue lejano, que para nosotros parece ilusorio pero que existe en la realidad actual. De todas sus frases se desprende una realidad vigente que nos subyuga y nos adormece, que nos traslada a un tiempo más extremo y que será el siguiente paso de nuestra “gran civilización”.
¿Seguiremos por ese mismo camino? O ¿abriremos los ojos?
Cualquier persona que lea este gran libro, empezará una labor ensayística y personal sobre el mundo que le rodea, que le presiona y que no le permite crecer fuera de los caminos trazados.
Es un libro paradójico de la libertad, trata de lo inútil que podemos llegar a ser y la capacidad de rebaño que tenemos. ¿Tan fáciles somos de domesticar? ¿Qué nos diferencia de los animales? ¿Quién sigue manejando las riendas para que todo continúe por el camino predeterminado?
Al final del libro, una posible solución para sobrevivir a toda esta inhumanidad reinante. Al estilo más puro de los Románticos, de la Generación Beat, del movimiento Hippie, de los vagabundos, que deciden apartarse del tumor de nuestro tiempo: las ciudades. De esa falsa sociedad de apariencias que llena nuestro día a día. Hay que buscar en la Naturaleza la verdad, hay que buscar al ser humano en su estado primigenio, entre las bestias, sólo sobreviviendo y no siendo el asesino de cuanto le rodea, como diría el propio autor: “ Al fin y al cabo, usted no es más que un hombre”. Quizás deberíamos volver a hombre natural y dejar de lado al hombre social.
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